España más ingobernable: Sánchez cae, Casado se dispara, Abascal ya es 3º y Rivera pasa de 57 a 10
El tiro por la culata. Así le ha salido a Pedro Sánchez la decisión de provocar una repetición electoral con la intención de reforzar la mayoría que obtuvo el 28-A. El PSOE ha vuelto a ganar las elecciones generales, pero lo hace con tres escaños menos (120) que en abril, ve cómo el PP recorta distancias (de los 57 diputados de diferencia en abril a 32 este 10-N), se deja en el camino casi 800.000 votos, no absorbe nada del retroceso de Podemos ni del hundimiento de Ciudadanos y deja una España aún más ingobernable.
El PSOE gana con menos
Iván Redondo, el gurú de Pedro Sánchez en Moncloa, convenció al PSOE de que una repetición electoral ayudaría a mejorar los resultados de abril, reforzaría al candidato socialista y facilitaría así su investidura. Nada de ello se ha cumplido. El PSOE no ha conseguido crecer a costa del descenso de Podemos ni de la hecatombe de Ciudadanos, los dos partidos a los que pensaba nutrirse forzando las nuevas elecciones.
Sánchez ha sido castigado por los españoles tras un proceso de caída en el respaldo popular que las encuestas iban reflejando día a día y que sólo consiguió ser frenado tras la propagandística exhumación del dictador Francisco Franco. Al menos, el acontecimiento de la exhumación provocó otro efecto deseado: el ascenso de Vox, que ha terminado cortando las alas a la remontada del PP, cuyo ascenso no ha sido suficiente para poner en peligro el triunfo socialista.
Los resultados dejan la investidura de Sánchez en manos de la coalición Frankestein que le aupó tras la moción de censura a Rajoy (esa amalgama de ultraizquierda con nacionalistas, separatistas y proetarras)… o del PP. El partido conservador es el único que puede garantizar la investidura del líder socialista desde el constitucionalismo.
Subida agridulce del PP
La repetición electoral se presentó como una segunda oportunidad para el líder del PP, Pablo Casado, que estrenó liderazgo saliendo muy castigado en la cita de abril, con el peor resultado de la historia para el gran partido del centroderecha en España. Seis meses después, el PP recupera oxígeno, pero sus 88 diputados (22 más que en abril) se quedan lejos de la barrera psicológica de los 100 escaños.
Los españoles dejan a Casado en una posición difícil. Hereda la que tuvo Rivera tras las elecciones de abril: ahora es el PP el único partido que por sí solo puede asegurar la investidura del candidato socialista, pero tiene a Vox ya disputándole la hegemonía de la derecha española.
Vox, el triunfador del 10-N
Vox es el gran triunfador del 10-N. Sus primeras elecciones generales les habían dejado un sabor agridulce. Sus 24 escaños fueron menos de los que las expectativas, y las encuestas, habían pronosticado para los de Santiago Abascal. Ahora, Vox ha dado el ‘sorpasso’ a Podemos y a Ciudadanos, desplazando a los naranjas como segundo partido del centroderecha y convirtiéndose en la tercera fuerza del Congreso de los Diputados.
El éxito de Vox no sólo está en el incremento de los escaños, que pasando de 24 a 52 escaños duplica ampliamente la representación de abril. También es un triunfo frente al discurso del llamado ‘voto útil’. Desde hoy, el PP ya no podrá reivindicar esta estrategia para concentrar el voto del centroderecha. Vox llegó en abril para quedarse y no parece que haya alcanzado aún su límite: triturado Ciudadanos, se ha convertido en alternativa al PP dentro de la derecha sociológica.
Podemos aguanta
La cita del 10-N no era fácil para Podemos. Gran parte de la estrategia socialista desde julio había consistido en culpar a Pablo Iglesias de la incapacidad para alcanzar un Gobierno de izquierdas y provocar con ello la repetición de las elecciones. Además, en el camino, a Iglesias le había surgido un nuevo rival: Íñigo Errejón, su otrora amigo y fundador de Podemos.
Los morados salen del 10-N con 35 diputados y su caída puede analizarse según las dos perspectivas del vaso. Los que les ven medio lleno ponen el foco en que el retroceso es sólo de 7 escaños desde abril. Quienes lo ven medio vacío destacan que las cuartas elecciones desde 2015, después de que Iglesias haya tumbado la posibilidad de dos Gobiernos presididos por Sánchez, han dejado a Podemos en la mitad de los escaños con los que irrumpió su formación cuando el cielo se conquistaba por asalto y no por consenso.
En cualquier caso, la caída de Podemos no le ha reportado nada al PSOE este 10-N. Socialistas y podemitas han perdido votos y escaños a la vez.
Rivera hunde a C’s
Se la jugaba Albert Rivera. Los 57 escaños que obtuvo en abril no le habían permitido el ‘sorpasso’ al PP, pero le habían colocado en una posición definitiva para asegurar la gobernabilidad. Sin embargo, Rivera rechazó intentar algún tipo de acuerdo de gobierno con Sánchez, como se le reclamaba desde muchos sectores sociales, incluso desde dentro de su propio partido.
Rivera se cerró a una posible reedición del ‘pacto del abrazo’ (el que firmó con Sánchez en 2016 frente a Rajoy) desplazó a los críticos, llamó a un ‘prieta las filas’ y las encuestas pronosticaron para los naranjas una hecatombe que se ha cumplido con todas las de la ley. Ciudadanos ha pasado de su mejor resultado histórico en abril al peor seis meses después. Ha perdido 2,5 millones de votos, de los que algo más de 1,5 millones han ido al PP y Vox, y el millón restante se ha quedado en la abstención.
La errática estrategia impuesta por Rivera ha sido castigada sin compasión por sus votantes, que le han abandonado hasta dejarle en 10 míseros diputados. El 10-N abrirá en Ciudadanos el debate sobre el liderazgo de Rivera.